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Pregón Bodas de Isabel de Segura
Por Gregorio A. Gómez


De orden del pueblo de Teruel y de los Gestores por él aceptados, se hace saber que en esta Ciudad se da inicio a los solemnes festejos, que venimos cada año celebrando, en exaltación del Amor y para eterna memoria de sus famosos Amantes Juan Diego e Isabel.

Bienvenidos sean todos cuantos aquí llegaron, tanto a participar, como a revivir estas solemnes fechas del pasado medieval, conmemorando la tragedia amorosa que arrancara la vida mortal a nuestros Amantes, para darles la celebridad y constituirlos en ejemplo a imitar por cuantos les admiramos.

Vamos pues a resucitar entre todos, aquel pasado glorioso, y para ello, arrancaremos de la Historia las fechas de 1212 y 1217, para que al presentarlas vivas ante todos, crean hallarse viviendo en aquellos días, para recreo de vuestros ojos y disfrute de vuestro corazón.

Vamos a situarnos en aquel Teruel creciente y vigoroso. Recordemos que unos valerosos adalides la conquistaron, reanimándola con tal esfuerzo y bravura, que, rompiendo el estrecho recinto en que la cerraran los Beni Gazlun, al hacerla cabeza de su pequeño Emirato, creció tres veces más de lo que era. Por haber conquistado para el Reino, tan robusta y señera fortaleza, recibieron un Fuero que les daba completo autogobierno para todos, sin tener más que al Rey sobre su frente.

Aquellos si fueron años de progreso, los valientes cristianos aumentaron la Comunidad de aldeas con sus conquistas, los moros laboraban en los alfares y los judíos fomentaban el comercio, llegando a ser Teruel, llave de la riqueza entre el Reino de Aragón y las morunas tierras levantinas.

Y en esos años de esplendor y riqueza, prendió en dos jóvenes corazones la llama sacrosanta del amor, el amor de auténticos enamorados que nace solo mirando a la persona amada, allá donde no se piensa más que ella en él y él en ella; no se busca el egoísmo del propio placer, aunque llegará como fruto y consecuencia, porque el verdadero placer es sentir que nuestro celo y cariño, hacen feliz a la persona amada.

La historia de nuestros Amantes, se la vino pasando por la tradición el pueblo turolense, como hermoso legado que se hereda. Y en acta notarial nos ha quedado el bonito relato de un Cronista, que buscando un respiro en su tarea de contar las batallas y sucesos, quiere hablarnos de amores verdaderos y referir un hecho hace poco acontecido:

El joven Juan Diego, nieto del conquistador Garcés de Marcilla, vive en la calle de los Ricos Hombres, donde también mora el acaudalado Pedro Segura, que además sus caudales, posee el rico tesoro de una hermosa hija llamada Isabel. Desde chiquillos se han visto y de jóvenes se han enamorado, pero la ambición paterna cierra las puertas al joven enamorado, por no ser heredero de su padre. Diego está firme en el amor que siente y le pide a su amada le dé un plazo para buscar riquezas en la guerra; él se va confiado y ella triste se queda.

Esperando Isabel pasan los años y de Diego noticias no le  llegan, pero sigue esperando ilusionada y en el amor la confianza puesta; muchos donceles hay que la pretenden, pero ella los rechaza y así cumple el plazo concedido de la espera y entonces llegó Pedro de Azagra y el padre de Isabel, aprovechando una ocasión especial como era aquella, la obligó a desligarse de promesas y a unirse en matrimonio al noble Azagra. Mas celebrado el matrimonio, es Diego el que ennoblecido y rico a Teruel llega. Hay reproches y tristes alegatos pero el amor todo lo vence y el Amante a marcharse se decide, pero al marcharse un beso a ella le pide y ella el beso final también le niega pues no puede una Dama pudorosa traicionar al esposo que ya tiene, y Diego no aguantando su desdicha, allí mismo cayó muerto de pena.

En San Pedro las pompas funerarias los Marcilla apenados le celebran, e Isabel dolorida y pesarosa, aquel beso negado a darle llega; se desboca el amor en aquel pecho y al corazón desgarra la tristeza; el amor se llevó dos almas puras, dando forma a la histórica tragedia.

El esposo narró lo sucedido y el pueblo de Teruel emocionado, pidió enterrar sus ataúdes en la misma tierra, pues si juntos la vida no los tuvo, siempre juntos la muerte los mantenga. Y aquí están en el sacro mausoleo que a la vista de todos hoy se ofrece en el mismo lugar que fenecieran.

Venid pues en sagrada romería a visitar las momias aquí expuestas, cuantos gozáis los mismos sentimientos del amor que os unió en una pareja; venid para expresar el juramento de uniros en la dicha y en la pena, y fundidos en un ósculo santo, rezad esta plegaria con fe cierta 

El amor que nos tenemos
se mantenga unido y fuerte,
e igual que al de los Amantes
lo rompa solo la muerte

 


 

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Web oficial de la Fundación  'Bodas de Isabel de Segura'. Idea y  dirección Raquel Esteban - Teruel
Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización expresa.
 

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